miércoles, 2 de enero de 2013

Adiós 2012

Se fue 2012. Al pasar la hoja del calendario, como se deshoja una margarita, deshojamos meses, años, días. Los quitamos uno a uno de nuestro calendario. 2012, gran año. Año de más alegrías que penas. Año de emociones fuertes, de sentimientos difíciles, de crecimiento intensivo. 
Empezó en Beirut y acabó en Birmingham, pasando por Madrid y CDP. Ahora tengo el corazón dividido en 4 mitades, y en cada mitad guardo gente de un lugar u otro, gente que no quiero olvidar y que tuve que dejar atrás por una u otra razón. 
Hola, 2013. Mira que te han dicho cosas feas, ese trece no hace muy buenas ligas con los superticiosos, pero da igual, a fin de cuentas es una hoja nueva en el calendario, un simple dígito, un segundo en el reloj que une a miles de personas con un mismo sentimiento: un nuevo año bueno, mejor que el anterior si pudiera ser. Siempre queremos más y más, estos humanos, qué avariciosos somos. Yo soy avariciosa también, quiero un 2013 feliz. Ya está. Me da igual cómo, cuándo y por qué. Sé que el crecimiento intensivo seguirá, que los cambios no me abandonarán, que tendré que mudarme de ciudad y volver a abandonar y conocer. Pero bueno, no pasa nada por abandonar el puerto seguro mientras se exploran nuevos horizontes, porque mientras eso se hace, nos exploramos a nosotros mismos al enfrentarnos a millones de situaciones que nunca hubiéramos imaginado desde tierra firme. Cada uno elige cómo hacer su camino de estrellas, el mío tiene, ha tenido y seguirá teniendo bastantes curvas, para bien, o para mal.

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