No borres las letras, no borres la melodía, no borres el olor, no borres las miradas.
Si las borras, nunca más serán leídas, estarán echas una bola en la basura, y el libro dejará de ser libro, y las palabras no se oirán jamás, y el olor no se sentirá, y las miradas no se verán.
El libro llora lágrimas de tinta negra, le duele cada página arrancada. Trescientas cincuenta páginas rotas, desgarradas que nunca más dibujarán sonrisas, y si las dibujan, serán sonrisas frustradas.
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