No lo encuentro. ¿Dónde está? No lo encuentro.
-¿Hola, alguien me escucha? ¿estáis ahí?
Joder, ¿por qué no aparece? Creo que hay un problema. Sí, creo que lo estoy buscando acompañado, y parece ser que no, que solo estoy yo, y mi sitio, nadie más lo acompaña. Pero en mí es complicado encontrarlo, sobre todo cuando había estado pensando tanto tiempo que venía con dos o tres colegas de la mano. No. Tonta, tonta, siempre te pasa lo mismo.

Entonces caminé. Caminé por un camino rociado con aire de verano y olor a hierba seca. Había caminado muchas veces por allí pero no sabía por qué. No había nadie, qué raro. Normalmente solía estar lleno de gente, el ambiente era agradable, la temperatura ideal, los colores preciosos.

Lo había encontrado. Por fin. A mí me gustaba más cuando estaba lleno de gente, pero claro, eso era antes. Eso era cuando era pequeña. Ahora estaría vacío. Como mucho sería una estación de autobús, la gente llega, monta, se va, desciende, camina, ríe, llora, encuentra, olvida. No podía esperar mucho más.

Finalmente, yo y el camino.

Nada más.