miércoles, 2 de mayo de 2012

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Shhhh, habla despacio, muy bajito, para que nadie se entere. Díselo a mi oído, solo a él, le he entrenado para que te entienda. No es necesario que utilices un lenguaje elaborado, aquí no merece la pena, nos conocemos ya de sobra para exquisiteces.
Mira, ¿ves aquello? es una mariposa. Con ese dulce aleteo acaba de arrancar tres pétalos a una flor de Beirut. Oh, mierda, ya lo he dicho. Era mi secreto. ¿Ves? no soy capaz de guardarme nada, soy una bocazas. No quería que nadie más supiera que las flores de Beirut son tan delicadas.
Bueno, vale, te lo voy a contar entero, para que no te quejes. Ciertamente, las flores aquí son muy frágiles.Tengo una rosa seca a la que se le caen los pétalos. Yo pensaba que las rosas secas se conservaban intactas aunque sin el precioso color rojo aterciopelado del primer día. Me equivoqué, ¡cada día se cae un pétalo diferente!
Supongo que a todos nos pasa cuando nos arrancan de la raíz. Se nos van cayendo los pétalos si no tenemos agua para alimentarlos. Es una pena. Yo no quiero que se me caiga nada si estoy fuera de mi raíz. Pero bah, es inevitable. Soy tan frágil como las rosas de Beirut, por eso nos entendemos tan bien, I guess.
En cambio, esa mariposa nunca será capaz de tumbar cimientos. Ni los de Beirut, ni los míos. Es la cosa de los corazones de acero y algodón, tampoco es que tenga mucho misterio. La mariposa espantará el algodón, pero no moverá el acero, ni un solo ápice.
Shhhhh, no se lo cuentes a nadie, por fa. Ya ves que ni siquiera era mi intención compartirlo contigo.

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