-Mami, ¿qué significa Stop?
-Stop significa: So Tonto Obedece y Para
-¿Por qué?
-Porque sí.
-Pero ¿por qué sí?
-Porque mis amigos lo decían.
-Ohh, So Tonto Obedece… ¿qué más mami?
-Y Para.
-Ahhh entonces, ¿nos tenemos que parar? ¿Por qué no nos
paramos mami?
-Nosotros no, los coches.
Entonces en mi cabeza aparecía un coche en el que iba yo con
unos tres años conduciendo y me paraba al leer el Stop. La verdad, no entendía
muy bien porque me tenía que decir “tonto” una señal de tráfico, pero la verdad
es que el mensaje me parecía bastante más contundente de esa manera que con el
mero simbolito “Stop”.
Siempre le solía preguntar a mi madre qué significaba cuando
volvíamos de pasear. Me hacía mucha gracia cómo lo decía así que le hacía que
lo repitiese cada vez que regresábamos a casa. Esta señal de tráfico está en mi
calle, justo antes de cruzar la carretera que la parte. Yo vivo en la segunda
mitad, por debajo de la carretera, en una calle que lleva al campo. Me encanta
volver por la primera mitad de la calle y mirar el campo y las montañas que
desde esa posición se ven azules.
Cuando era pequeña y volvía por la noche se veían dos luces.
Las mismas que se veían desde el parque y a las que mi amigo Fer y yo
llamábamos “las luces misteriosas del pantano”. Ovnis, naves espaciales, fuego,
linternas, faros. Quién sabe?¿! Nos encantaban y yo siempre las buscaba al
volver a casa.
-¿por qué están ahí esas luces mami?
- No sé niña.
-¿Por qué no sabes? ¿Qué son esas luces mami?
-Un ovni, tiene que ser un ovni.
-¡¡¡¡Halaa!!!!
Ya no existen las luces misteriosas del pantano, no es que
ya no las busque, es que ya no están. Lo mismo sí que eran ovnis. De cualquier
forma, siempre sigo mirando en aquella dirección cuando estoy llegando a casa.
No sé muy bien por qué, supongo que intento buscar mi infancia, cuando era
feliz con tan pocas cosas.
Hoy he vuelto a encontrar otra parte de ella cuando limpiaba
la piscina. Después de tanto tiempo me he acordado de aquel flotador en forma
de flor, azul por debajo, transparente la parte de arriba y con el fondo
interior rosa y amarillo, sobre el que posaban dos tiernas abejitas. Mmmm me
acuerdo del olor. Olía a verano. Igual que la piscina de hoy. Ese olor que me ha dibujado tantas sonrisas a primeros de
julio ahora no es más que un recuerdo agradable y nostálgico (y un poco
frustrado al ver que mi madre no se acuerda de mi flotador).
Ahora hay otros olores que me transmiten la misma sensación
de bienestar que un día me dio la piscina.
Ahora espero al invierno para oler mi chaqueta de cuero
favorita que me recuerda a los primaverales días de enero.
Con el tiempo cambian muchas cosas, demasiadas, pero nunca
cambia la búsqueda de esas sensaciones que dan vida al alma, o a nuestro inner
self J.
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