Pétalos de rosa en las rocas del mar. Rocas mordidas por el mar. Rocas sin miedo al cambio, a la evolución, a la metamorfosis. Lo mismo sí tienen miedo, pero como son seres inertes, no pueden quejarse. Nosotros, aparte de ser como las cometas, también somos como las rocas. La diferencia es que somos seres vivos, no inertes, y nos quejamos. No hay nada de malo en quejarse, pero eso no va a cambiar las cosas. Podemos tener miedo, pero eso tampoco va a cambiar las cosas, lo único que hará será entorpecer nuestros movimientos.
Las rocas, aunque tengan miedo,seguirán ahí, aguantando las tempestades, el viento, las cometas, los pétalos de rosa, la metamorfosis. Nosotros, si tenemos miedo, huiremos, nos resguardaremos del viento, meteremos las rosas en agua cuidadosamente para que no se marchiten, tiraremos bien del hilo de la cometa para que no se suelte, pero viviremos menos, no experimentaremos los cambios bruscos y apasionados, la metamorfosis de la vida, la locura, las cosas que te hacen vivir de verdad.
Las rocas, aunque inertes, viven de verdad. Nosotros, podemos optar por vivir de verdad, ignorando los miedos y enfrentándonos a la tempestad para luego dejar que los pétalos de rosa se posen en nuestra piel, o podemos vivir con miedo. Entonces no nos enfrentaremos a la tempestad, pero tampoco sentiremos la suavidad de los pétalos de rosa.
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